Evita enfermar de obesidad, ingiere solo lo que tu cuerpo necesita.


Escrito para Fitness por Ana Cecilia Becerril

La nutrición es el proceso de consumo, absorción y utilización de los nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo del cuerpo y para el mantenimiento de la vida; por lo tanto, los nutrientes son sustancias químicas que se encuentran en los alimentos y que nutren al cuerpo.

Para determinar si una persona está consumiendo suficientes nutrientes el médico investiga sus hábitos alimentarios y su dieta, realiza una exploración física para determinar la composición corporal, esto es para determinar la cantidad de músculo y grasa del cuerpo, y también para determinar el funcionamiento del organismo. Se complementa esta investigación con exámenes de laboratorio para medir el contenido de nutrientes en la sangre y en los tejidos.

El objetivo de una dieta apropiada es obtener y mantener la composición corporal deseada y una gran capacidad para el trabajo físico y mental.

Los requerimientos diarios de nutrientes esenciales dependen de la edad, el sexo, la estatura, el peso y la actividad metabólica y física. La medida de los requerimientos de los 45 nutrientes esenciales en individuos con dietas restringidas permite proponer regimientos dietéticos que satisfacen las necesidades nutricionales básicas para mantener la salud.

La obesidad es la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo. Aquellas cuyo peso supere en un 20 por ciento o más su peso ideal. La variación se hace más evidente con la edad y el origen étnico, siendo dos veces más frecuente entre las personas de edad avanzada que entre los jóvenes y entre las mujeres de mediana edad.

La obesidad es el resultado del consumo de una cantidad de calorías mayor que las que el cuerpo utiliza. Los factores genéticos y ambientales influyen en el peso del cuerpo, pero su inter actuación para determinar el peso de una persona no está todavía bien establecida.  Dentro de estos factores por mencionar algunos, son los genéticos, los socioeconómicos, psicológicos, relativos al desarrollo, según la actividad física, hormonal, lesiones cerebrales y medicamentos o fármacos.

La acumulación del exceso de grasa debajo del diafragma y en la pared torácica puede ejercer presión en los pulmones, provocando dificultad para respirar y ahogo, incluso con un esfuerzo mínimo. La dificultad en la respiración puede interferir gravemente en el sueño, provocando la parada momentánea de la respiración, conocido como apnea del sueño, lo que causa somnolencia durante el día y otras complicaciones.

La obesidad puede causar varios problemas ortopédicos, incluyendo dolor en la zona inferior de la espalda y agravamiento de la artrosis, especialmente en caderas, rodillas y tobillos.

Las personas obesas corren un riesgo mayor de enfermar o morir por cualquier enfermedad, lesión o accidente y este riesgo aumenta proporcionalmente a medida que aumenta su obesidad. También influye en el riesgo la ubicación del exceso de grasa. Esta tiende a acumularse en el abdomen (obesidad abdominal) más frecuente en varones y en los muslos inferiores del cuerpo (obesidad ginecoide) más frecuente en mujeres, pero esto no significa que pueda ocurrir de manera contraria.

La obesidad abdominal se ha vinculado con un riesgo mucho más elevado de enfermedad coronaria y con tres de sus principales factores de riesgo, la hipertensión arterial, la diabetes de comienzo en la edad adulta y las concentraciones elevadas de colesterol y triglicéridos en sangre. El motivo por el cual la obesidad abdominal incrementa dichos riesgos es desconocido, pero es un hecho constatado que, en las personas con obesidad abdominal que se someten a un régimen alimenticio adecuado y reducen la cantidad de grasa abdominal, la pérdida de peso hace bajar la presión arterial y permite a más de la mitad de las personas que desarrollaron diabetes evitar el consumo de insulina o medicamentos para controlar el nivel de glucosa en sangre.

Ciertos tipos de cáncer son más frecuentes en los obesos que en las personas que no lo son, como el cáncer de mama, de útero y de ovarios en las mujeres y cáncer de colon, de recto y de próstata en varones. Los trastornos menstruales son también más frecuentes en mujeres obesas y la enfermedad de la vesícula biliar se produce con el triple de frecuencia en ellas.

Aunque la obesidad sea evidente, su extensión se determina midiendo la estatura y el peso, a menudo estas mediciones se expresan como índice de masa corporal. Un valor superior a 27 indica una obesidad leve, mientras que un valor igual o mayor de 30 indica la necesidad de un tratamiento. La fórmula para sacar el índice de masa corporal es el peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la estatura en metros.

Paradójicamente, las mujeres que tienden a acumular grasa en la parte inferior del cuerpo, las cuales tienen un riesgo mucho menor de desarrollar problemas de salud, son las que buscan tratamiento para la obesidad, en una proporción ocho veces mayor que la de los varones, o aquellos que sufren de obesidad abdominal.

La obesidad no tratada tiende a agravarse, pero los efectos a largo plazo del tratamiento son decepcionantes, porque siempre son muy lentos y demandan mucha fuerza de voluntad.

Para perder peso, las personas obesas deben consumir menos calorías que las que gastan. La mayor parte de los programas para perder peso se basan en la modificación del comportamiento y cambio de hábitos alimentarios y de ejercicio. Los programas acreditados enseñan como hacer cambios seguros, sensatos y graduales en los que los hábitos ayuden a bajar de peso de manera constante.

Siempre es necesaria la evaluación del médico antes de iniciar un régimen de alimentación o dieta, así como un cambio de hábitos de alimentación y ejercicio para determinar cuál es el más indicado para cada persona y que éste resulte en buenos resultados en el tiempo real.

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