Trastorno
de las venas y linfáticos
Puede
ser congénito o adquirido
Por
Ana Cecilia Becerril*
Las
venas llevan la sangre desde todos los órganos hasta el corazón. Los
problemas principales de las venas son la inflamación, la coagulación y
los defectos que conducen a la dilatación y las varices.
El
sistema linfático consiste en vasos de paredes finas que se encargan de
drenar fluidos, proteínas, minerales, nutrientes y otras sustancias desde
todos los órganos hacia el interior de las venas.
Este
sistema hace que el fluido pase a través de los ganglios linfáticos, que
proveen una protección contra la diseminación de las infecciones o del cáncer
y, finalmente, el contenido se vacía dentro del sistema venoso del
cuello. Los principales trastornos del sistema linfático se producen
cuando los vasos son incapaces de contener el volumen de fluido que va a
circular en su interior y cuando se obstruyen por causa de un tumor o una
inflamación.
Las
piernas contienen dos grupos principales de venas: las superficiales,
ubicadas en la capa grasa debajo de la piel y las profundas, localizadas
en los músculos.
Existen
unas venas cortas que conectan las superficiales con las profundas.
Normalmente la presión de la sangre en todas las venas es baja; y en las
piernas, esta presión baja puede representar un problema.
Cuando
una persona esta de pie, la sangre debe circular desde las venas de las
piernas hasta alcanzar el corazón. Las venas profundas desempeñan un
papel crucial en la propulsión de la sangre hacia arriba, ya que al estar
ubicadas dentro de los poderosos músculos de la pantorrilla, estas venas
son fuertemente comprimidas con cada paso. Estas venas transportan el 90
por ciento o más de la sangre que va de las piernas al corazón.
Para
mantener este sentido ascendente del flujo sanguíneo, las venas profundas
contienen válvulas de una sola dirección. Cada válvula esta formada por
dos mitades llamadas cúspides cuyos bordes hacen contacto entre sí. La
sangre empuja las cúspides, que se abren como un par de puertas
giratorias; pero la sangre tiende a retornar en la dirección opuesta,
forzada por la gravedad, empuja las cúspides para que estas se cierren.
Se
conoce como linfedema a la hinchazón causada por una interferencia con el
drenaje normal de la linfa a la sangre.
En
raras ocasiones, el linfedema es evidente al nacer. Más a menudo, aparece
en fases posteriores de la vida debido a causas congénitas o adquiridas.
El
linfedema congénito se debe a que la persona nace con un número reducido
de vasos linfáticos, que son insuficientes para contener toda la linfa.
El problema casi siempre afecta a las piernas y en raras ocasiones los
brazos. Las mujeres tienen mayor probabilidad que los varones de tener
linfedema congénito.
Aunque
la hinchazón se puede observar desde el nacimiento, en general los vasos
linfáticos en este momento son adecuados para la pequeña cantidad de
linfa que posee un lactante. Con mayor frecuencia, la hinchazón aparece
posteriormente cuando el volumen de la linfa aumenta y supera la capacidad
del reducido número de vasos linfáticos. La hinchazón comienza
gradualmente en una pierna o en ambas. La primera señal de linfedema
puede ser la hinchazón de un pie, que hace que el calzado sea apretado al
final del día y deje marcas en la piel. En las etapas iniciales de esta
dolencia, este síntoma desaparece cuando se eleva la pierna. Muchas
personas que no tienen linfedema experimentan hinchazón después de haber
estado de pie durante periodos prolongados.
El
linfedema congénito se agrava más evidentemente y no desaparece por
completo incluso tras una noche de reposo.
segunda
parte
*Dra. Ana Cecilia
Becerril Sánchez Aldana
Médicina
General y
Medicina Estética
curriculum
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