El
Sistema Oseo
(tercera parte)
Las
artículaciones son zonas de conexión con el esqueleto por medio de los
cartílagos que nos permiten, en algunos casos, movimiento
Por
Ana Cecilia Becerril*
Los
engranajes
del esqueleto
Ya
hemos visto que el esqueleto consta de varias partes, todas unidas entre sí.
Bien, cuando dos o más huesos están unidos, entran a participar otros
elementos de esta gran estructura corporal: las articulaciones.
Las
articulaciones, que también son zonas de conexión entre los cartílagos
del esqueleto, cumplen una función muy importante, al permitirte doblar
las distintas extremidades de tu cuerpo. Si no existieran, serías una
estructura totalmente rígida.
Las
articulaciones pueden ser blandas o duras; muy movibles, estáticas o rígidas.
Las
articulaciones rígidas y sin movimiento, como, por ejemplo, las que unen
los huesos del cráneo, se llaman sinartrosis. Se mantienen unidas por el
crecimiento del hueso o por un cartílago fibroso resistente.
Las
que presentan cierta movilidad, aunque muy escasa, y se mantienen unidas
por un cartílago elástico, reciben el nombre de sínfisis.
Por
último, las articulaciones móviles, como las que unen huesos de las
extremidades con el tronco, los hombros o las caderas, se denominan
diartrosis. Tienen una capa externa de cartílago fibroso y están
rodeadas por ligamentos. Estos últimos son fuertes bandas de tejido
fibroso que unen los extremos de los huesos.
Los
extremos óseos de las articulaciones móviles están cubiertos con cartílago
liso y lubricados por un fluido espeso denominado líquido sinovial.
Gracias
a las articulaciones móviles tu cuerpo puede hacer prácticamente todos
los movimientos que desees. Esto, porque está equipado con diversos tipos
de estas estructuras.
Por
ejemplo, existen las articulaciones en pivote, que permiten solo la rotación
y son características de las dos primeras vértebras, lo que hace posible
que gires la cabeza de un lado a otro.
La
cadera y el hombro son articulaciones del tipo esfera-cavidad, que te dan
la posibilidad de moverte libremente en todas las direcciones.
Los
codos, las rodillas y los dedos tienen articulaciones en bisagra, de modo
que solo es posible la movilidad en un plano.
Finalmente,
se encuentran las articulaciones deslizantes, donde las superficies óseas
se mueven separadas por distancias muy cortas. Se pueden observar entre
diferentes huesos de la muñeca y del tobillo.
¿Te
has fijado en lo maravillosas que son tus manos? Pueden tomar cualquier
objeto, ejecutar una pieza musical, realizar una delicada operación quirúrgica
o manejar una máquina pesada con igual precisión. Ellas son la porción
terminal de los brazos o extremidades superiores de tu cuerpo.
En
otros animales o en mamíferos, este tipo de apéndices también se llaman
manos, para diferenciarlos de los pies o miembros inferiores; pero las
manos verdaderas solo aparecen en los primates.
La
principal diferencia entre las manos de los seres humanos y las de los
otros primates consiste en que los pulgares de estos últimos no pueden
colocarse enfrente de los otros dedos, como sí podemos hacerlo nosotros,
para formar una pinza.
Al
observarlas con cuidado, podrás comprender la eficiencia de nuestras
manos. Cada una consta de una palma ancha unida al antebrazo mediante una
articulación, o unión entre dos huesos, denominada muñeca. Y su
extraordinaria movilidad está dada, en parte, por el gran número de
huesos que contiene: 27. Su distribución es la siguiente: ocho en el
carpo o muñeca, colocados en dos filas de cuatro huesos; cinco en el
metacarpo o palma, uno para cada dedo, y los catorce huesos digitales o
falanges, dos en el pulgar y tres en cada uno del resto de los dedos.
Los
movimientos de las manos se realizan mediante la participación de dos
grupos de músculos y tendones: los flexores, para doblar los cinco dedos,
y los extensores, para estirarlos. Los músculos flexores están ubicados
en la parte inferior del antebrazo, y están conectados a las falanges de
los dedos por los tendones. Los extensores se encuentran en la porción
posterior del antebrazo y se unen de forma parecida.
La
articulación de nuestras manos es mucho más compleja y delicada que la
de los órganos similares de cualquier otro animal, ya que nos permiten
manejar muchas herramientas.
Claro
que las manos no nos servirían mucho si no estuvieran unidas al cuerpo.
Esto se logra gracias al único hueso que hay en el brazo, muy largo por
lo demás, que se llama húmero, que por la parte superior se articula con
el omóplato, en el hombro, y por la zona inferior con el cúbito, uno de
los huesos del antebrazo.
La
unión del húmero con el cúbito en la articulación del codo permite
realizar los movimientos de flexión y extensión del antebrazo.
El
otro hueso del antebrazo es el radio. Más corto que el cúbito, ambos están
dispuestos de tal forma que se cruzan uno con el otro, haciendo una x,
para facilitar el giro de la muñeca.
cuarta
parte
*Dra. Ana Cecilia
Becerril Sánchez Aldana
Médicina
General y
Medicina Estética
curriculum
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