El Sistema Oseo
(primera parte)

Una alimentación balanceda desde los primeros años ayudará para tener huesos sanos en la edad adulta 

Por Ana Cecilia Becerril*  

Es el armazón, la infraestructura que sostiene nuestro cuerpo con los sistemas que lo forman. Pero también cumple otras funciones, como la de proteger partes vitales del organismo, producir las células de la sangre y ser una sólida reserva de nutrientes.

 

Como los edificios, puentes, automóviles, barcos y muchas cosas más que forman parte de nuestro mundo, el cuerpo humano tiene un armazón sobre el cual se distribuyen y forman las demás partes que lo integran. Si desarmaras un auto o pudieras ver a través del cemento de un edificio, observarías que, al igual que nosotros, también poseen un esqueleto necesario para sostener todo lo demás. Claro que sus componentes, como el hierro y el acero, son distintos a los que constituyen el esqueleto humano: los huesos.

 

Sin esta infraestructura, nuestro cuerpo no mantendría su forma y no podríamos movernos ni desplazarnos hacia otros lugares.

 

La forma en la que están dispuestos los huesos, permite la existencia de espacios que protegen de los golpes a órganos importantes y delicados, como el cerebro dentro del cráneo, o el corazón y los pulmones al interior del tórax.

 

Por otra parte, los huesos van creciendo, especialmente los huesos largos, como los de las piernas y brazos, regulando el crecimiento de todo el cuerpo.

 

Además tienen otra función: en su interior (médula) se fabrican las células de la sangre. Después de un periodo de maduración, estas células se convierten en:

  • glóbulos rojos, cuya función es transportar oxígeno desde los pulmones a los tejidos.

  • glóbulos blancos, que, transportados por la sangre, nos defienden de las bacterias y virus.

  • plaquetas, que permiten la coagulación y la cicatrización de las heridas.

La osteología, o estudio de la estructura de los huesos, divide la estructura del esqueleto en huesos del cráneo, de la columna vertebral y de las extremidades (también se habla de cabeza, tronco y extremidades). Al referirse a la forma de los huesos los clasifica en largos, cortos y planos.

Los huesos largos están ubicados en las extremidades, y en ellos se distingue un cuerpo, o diáfisis, y dos extremos, o epífisis.

Los huesos cortos tienen dimensiones iguales en todo sentido; se encuentran en los pies, las manos y la columna vertebral, y poseen una forma más o menos cúbica.

Los huesos planos, por su parte, se componen de dos láminas de tejido compacto, separadas por un pequeño espacio de tejido esponjoso llamado díploe. Ejemplo de estos son los huesos de la bóveda craneana y la pelvis, entre otros.

También existen los huesos irregulares y los sesamoides o redondeados.

Desde que nacemos se inicia el proceso de formación de los huesos. Al comienzo, estos son blandos y están formados por un tejido muy especial que recibe el nombre de cartílago. Cuando somos apenas unos embriones dentro del útero materno, este cartílago se encarga de sostener a nuestro cuerpo. Posteriormente, sobre este se va depositando calcio y otras sales que le dan consistencia, transformando el cartílago en hueso. Este proceso se llama osificación.

 

Después de nacer, la mayor parte del cartílago se ha transformado en hueso y solo sigue presente en los extremos de este. Es este cartílago, denominado cartílago de crecimiento, el que continúa formando hueso, permitiendo que este vaya creciendo y alargándose.

 

Cuando dejamos de crecer, alrededor de los veinte años, el cartílago de crecimiento desaparece, quedando completamente osificado. Esa es la razón de por qué disminuye la cantidad de huesos, 350 cuando nacemos, a 206 cuando somos adultos.

 

En la edad adulta, solo tenemos cartílago, con su característica consistencia blanda, en algunas partes. Es el caso de las orejas y la punta de la nariz.

 

En el hueso hay dos tipos de células. Unas llamadas osteoblastos, que depositan el calcio en los huesos. Las otras son los osteoclastos, que reabsorben el calcio.

 

Cuando se está formando el hueso, dominan los osteoblastos, aunque también funcionan los osteoclastos, que al reabsorber el calcio impiden que el hueso aumente su grosor en forma excesiva.

 

El calcio que se necesita para formar el hueso viene en los alimentos, y especialmente en la leche. Por esto es sumamente importante tomar mucha leche durante toda la etapa del crecimiento.

 

El calcio y los osteoblastos son también muy necesarios cuando un hueso se quiebra (se fractura), ya que se debe formar tejido óseo nuevo para que el hueso se repare.

 

Cuando envejecemos, los huesos van perdiendo calcio porque los osteoclastos comienzan a dominar. Los huesos se vuelven más frágiles y se hacen quebradizos. Este proceso se llama osteoporosis y es propio de los ancianos y especialmente de las mujeres. Desgraciadamente, en esta etapa ya es muy difícil que se vuelva a depositar calcio, por lo que los huesos permanecen débiles. La única forma de prevenir la osteoporosis es acumular suficiente calcio durante los años de juventud. Esta es otra razón para seguir tomando leche.

Los huesos están constituidos por el tejido óseo y la médula. El tejido óseo rodea o envuelve a la médula, que está en el centro, y tiene dos consistencias. La capa externa es densa y dura, por lo que se llama tejido compacto, la cual está recubierta por una membrana llamada periostio. Más al interior, el tejido óseo se hace poroso y está formado por laminillas muy finas que asemejan una red. Esta zona se denomina tejido esponjoso.

Al centro de los huesos, y en mayor cantidad al interior del esternón, está la médula, la cavidad donde se forman las células de la sangre: los glóbulos rojos o eritrocitos, los glóbulos blancos o leucocitos y las plaquetas, que derivan de los megacariocitos.

El cuerpo humano está compuesto por 206 huesos articulados, de variados tamaños. Los más pequeños tienen un centímetro, y los más grandes alcanzan, en algunos casos, los treinta centímetros de largo.
La distribución de los huesos es, de mayor a menor, la siguiente:

• 64 en los miembros superiores
• 62 en los miembros inferiores
• 26 en la columna vertebral
• 25 en el tórax
• 14 en la cara
• 8 en el cráneo
• 6 en los oídos (3 en cada uno)
• 1 hueso hioides (hueso en forma de herradura, que se encuentra en la garganta).

segunda parte... 

*Dra. Ana Cecilia Becerril Sánchez Aldana
Médicina General y Medicina Estética
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