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Bases
de manejo dietético
de las dislipoproteinemias (1/4)
Entre
los numerosos factores que participan en el desarrollo de la
ateroesclerosis, destaca en forma particular la hipercolesterolemia.
Por consiguiente y sin menoscabo de actuar sobre otros “factores
de riesgo”, una vez que se detecta una dislipoproteinemia es necesario
tratar de corregirla. En este artículo se discuten las principales
bases del manejo dietético de estos transtornos; se recomienda
consultar el artículo sobre “
Dislipoproteinemias”.
Conviene
recordar que en la etiología de las dislipoproteinemias interactúan
componentes genéticos y ambientales. En la actualidad nada - o muy poco
- se puede influir en el componente genético, en especial en los
transtornos poligénicos en los que ni siquiera se conoce qué genes están
involucrados. Sin embargo, la manifestación clínica (expresión) de
los “errores” genéticos subyacentes en las dislipoproteinemias
depende en forma muy importante de los factores ambientales, que
participan en grado diverso según el tipo de dislipoproteinemias de que
se trate y determinan si aparece o no -y con qué intensidad- la
alteración en la concentración de las lipoproteinemias en la sangre
(fenotipo).
De
los factores ambientales destacan varios elementos susceptibles de
modificación, particularmente el sedentarismo, el tabaquismo y la
alimentación así como los factores relacionados con esta última como
son la obesidad, la resistencia a la insulina, la diabetes mellitus y la
hipertensión arterial.
El
sedentarismo puede contribuir a la obesidad, a la reducción en la LAD y
a la resistencia a la insulina. Por ello, la actividad física, que
potencialmente disminuye el riesgo de aterogénesis, es un instrumento básico
en el manejo de las dislipoproteinemias.
Tanto
por si misma como por su asociación con otros factores, la obesidad
-particularmente la abdominal
- está considerada como un
factor aterogénico importante. Por una parte, se asocia frecuentemente
con resistencia a la insulina, con diabetes mellitus tipo 2 y con
hipertensión arterial. Por otra parte, se acompaña de
hipertrigliceridemia e hipercolesterolemia debidas al aumento de las LMBD
y las LBD y, a menudo, de disminución de las LAD. La reducción de peso
tiende a corregir estos cambios y por ello suele constituir una meta en
el tratamiento de las dislipoproteinemias.
El
empleo de medidas alimentarias en
el manejo de las dislipoproteinemias tiene un doble atractivo. Por una
parte, estas medidas suelen ser eficaces y generalmente permiten
corregir las dislipoproteinemias, aunque lo logran en grado variable.
Por otra parte, además de su utilidad en el manejo de factores
concurrentes como la obesidad y los transtornos relacionados con ella,
la alimentación es un acto normal y cotidiano para todo los seres
humanos que es susceptible de modificar mediante maniobras
comparativamente simples. Por ello, las medidas dietéticas constituyen
una de las bases centrales del tratamiento. Por supuesto, en las
dislipoproteinemias secundarias es imperativo corregir o controlar el
padecimiento primario, pero también se necesitan medidas dietéticas.
Como
regla básica, el tratamiento de
elección de las dislipoproteinemias es la dietoterapia acompañada
de un programa de ejercicio físico y de eliminación de tabaquismo. Los
fármacos de que se dispone en la actualidad para tratar estos
transtornos son costosos y no carecen de efectos secundarios por lo que
deben reservarse sólo para los casos en que la dietoterapia bien
seguida durante suficiente tiempo no tenga el efecto deseado o para los
casos en que resulta muy difícil seguirla. De todas formas, en el caso
de que utilice fármacoterapia, las medidas dietéticas mejoran la
respuesta y hasta permiten reducir las dosis del fármaco.
La
dieta humana es una mezcla compleja y variable de numerosos componentes
y nutrimentos interactuantes, muchos de los cuales modifican, directa o
indirectamente, la concentración en el suero de una o de varias
lipoproteínas y no por fuerza en el mismo sentido. Por su importancia
para fundamentar el manejo dietético de las dislipoproteinemias
conviene examinar los efectos específicos de cada componente o nutrimento en forma
individual y sus posibles explicaciones.
Efectos
Específicos
El
“peso” asignado a
diferentes factores de la dieta ha ido evolucionando con el paso del
tiempo; de un énfasis inicial en la ingestión del colesterol, la
atención paso a los AG polínsaturados, luego a los monoinsaturados,
después a los polínsaturados n-3 y, más recientemente a los AG saturados y a los isómeros trans
de los monoinsaturados.
La
literatura científica en materia de efectos específicos es prolija,
pero un tanto confusa. Los indicios proceden de fuentes diversas como
asociaciones epidemiológicas, estudios clínicos y hallazgos bioquímicos.
La certeza sobre los efectos que se anotan es muy variable de un caso a
otro y no siempre es fácil predecir los efectos combinados. La relación
causa/efecto de varios de los factores que se examinan es discutible;
algunos son efectos indirectos o bien simples asociaciones con otros
factores que si están involucrados directamente.
Los
principales efectos específicos encontrados se resumen en el siguiente cuadro.
Efectos
específicos más comunes de algunos factores alimentarios sobre la
concentración de lipoproteínas circulantes.
Factor
alimentario |
Lipoproteína
que cambia |
Energía total |
LMBD |
TG |
Q,LBD,¯LAD |
etanol |
Q,LMBD,¯LAD |
AGS |
LBD,¯LAD |
colesterol |
LBD |
AGPI n-6 |
¯LAD,¯LBD |
AGPI n-3 |
LBD,¯TG |
AGMI |
¯
LBD y, a veces, ¯TG |
AG
trans |
LBD y¯LAD |
HC simples (azúcar) |
LMBD, vía
de LMBD ¯
LAD |
esteroles vegetales |
¯
LBD |
FD |
¯
LBD |
¿Proteínas
o grasa animales? |
LBD |
segunda
parte
Dr.
Héctor Bourges Rodríguez
Instituto Nacional de Ciencias
Médicas y Nutrición Salvador Zubirán
Fomento de Nutrición y Salud, A.C.
Cuadernos de Nutrición
5272-6207 / Fax: 5515-1939
cuadernos@fns.org.mx
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