Funciones del páncreas: las enfermedades que lo atacan, pancreatitis aguda

Las enzimas pueden salir al exterior y penetrar en el flujo sanguíneo...

Por Ana Cecilia Becerril

La pancreatitis aguda es una inflamación del páncreas de aparición súbita que puede ser leve o mortal. Normalmente, el páncreas secreta jugo pancreático al duodeno a través del conducto pancreático. Este jugo contiene enzimas digestivas en forma inactiva, además de un inhibidor que impide que cualquier enzima pueda resultar activada en su camino hacia el duodeno. La obstrucción del conducto pancreático (por ejemplo, por un cálculo biliar atascado en el esfínter de Oddi) interrumpe el flujo del jugo pancreático.

Generalmente, la obstrucción es temporal y causa un daño limitado, que se repara rápidamente. Pero si ésta persiste, las enzimas activadas se acumulan en el páncreas, desbordan la capacidad del inhibidor y comienzan a digerir las propias células pancreáticas, provocando una grave inflamación.

El daño pancreático puede permitir a las enzimas salir al exterior y penetrar en el flujo sanguíneo o en la cavidad abdominal, donde causan irritación e inflamación del revestimiento de la cavidad (peritonitis) o de otros órganos.

La porción del páncreas que produce hormonas, especialmente la insulina, no suele afectarse ni lesionarse. 

Los cálculos biliares y el alcoholismo son responsables de casi el 80 por ciento de los ingresos hospitalarios por pancreatitis aguda. Las mujeres sufren pancreatitis de causa obstructiva casi dos veces más que los hombres, mientras que en estos la pancreatitis de origen alcohólico es seis veces más frecuente. Los cálculos biliares que producen pancreatitis aguda pueden quedar atrapados en el esfínter de Oddi durante un tiempo, bloqueando de esa manera la salida del conducto pancreático; sin embargo, la mayoría de los cálculos biliares pasa al tracto intestinal. La ingesta de más de 100 g de alcohol al día durante varios años puede provocar la obstrucción de los pequeños conductos pancreáticos que drenan al conducto principal, precipitando finalmente el desarrollo de una pancreatitis aguda. Un ataque de pancreatitis puede originarse tras una ingestión excesiva de alcohol o después de una comida abundante. Hay muchas otros trastornos que pueden causar una pancreatitis aguda. 

Casi todas las personas con pancreatitis aguda sufren un intenso dolor abdominal en la zona superior del abdomen medio, debajo del esternón. A menudo el dolor se irradia a la espalda. En raras ocasiones, se siente primero en la parte baja del abdomen. Generalmente el dolor comienza de forma súbita y alcanza su máxima intensidad en unos minutos, se mantiene constante e intenso, es de carácter penetrante y dura varios días. A menudo, no se alivia completamente ni con la inyección de dosis importantes de analgésicos. Puede empeorar con la tos, los movimientos bruscos y la respiración profunda; en parte se puede aliviar sentándose e inclinándose hacia delante. Por lo general, los afectados sienten náuseas y tienen que vomitar, a veces hasta el punto de presentar arcadas secas (náuseas sin vómito). 

Algunas personas, especialmente las que desarrollan pancreatitis debida al alcoholismo, pueden no tener ningún síntoma excepto un dolor moderado. Otras se sienten muy mal, presentan aspecto enfermizo y sudoroso, y tienen el pulso acelerado (100 a 140 latidos por minuto), así como una respiración rápida y profunda. La respiración rápida puede deberse en parte a una inflamación de los pulmones. 

Al principio la temperatura del cuerpo puede ser normal, pero en pocas horas puede alcanzar entre 37,5 y 38,5 º C. La presión arterial puede ser alta o baja, pero tiende a disminuir cuando la persona se pone de pie, provocando desvanecimientos. A medida que progresa el cuadro, la persona tiende a perder el contacto con el entorno. Algunas están casi inconscientes. En ocasiones, el blanco de los ojos (esclera) se vuelve amarillenta.

Una de cada cinco personas con pancreatitis aguda desarrolla algún tipo de inflamación en la parte alta del abdomen. Ésta puede deberse a una interrupción del tránsito del contenido gástrico e intestinal (trastorno conocido como íleo gastrointestinal) o porque el páncreas inflamado aumenta de tamaño y empuja al estómago hacia delante. También se puede acumular líquido en el abdomen (ascitis). 

En la pancreatitis aguda grave (pancreatitis necrosante), puede descender la presión arterial y desarrollarse un estado de shock. La pancreatitis aguda grave puede ser mortal. 

El dolor abdominal característico hace sospechar al médico una pancreatitis aguda, especialmente en las personas que presentan cálculos biliares o que toman mucho alcohol. En la exploración física, a menudo se percibe que los músculos de la pared abdominal están rígidos. Cuando se examina el abdomen con un fonendoscopio, el médico puede percibir una disminución de los ruidos intestinales (ruidos hidroaéreos). 

No existe un único análisis de sangre que diagnostique una pancreatitis aguda, pero ciertas pruebas confirman el diagnóstico. En el primer día de la enfermedad se incrementan los valores sanguíneos de dos enzimas producidas por el páncreas, la amilasa y la lipasa, pero éstas vuelven a la normalidad en un plazo de tres a siete días. Algunas veces, sin embargo, estos valores no se incrementan debido a que gran parte del páncreas ha sido destruido durante episodios previos de pancreatitis y quedan pocas células para liberar enzimas. Las personas con pancreatitis aguda grave tienen a menudo menos glóbulos rojos de lo normal, debido a hemorragias en el páncreas y en el abdomen.  

Las radiografías simples del abdomen pueden mostrar asas intestinales dilatadas o, en casos aislados, uno o más cálculos biliares. La ecografía puede revelar la presencia de cálculos en la vesícula biliar y, a veces, en el conducto biliar común y también puede detectar un páncreas inflamado.

La tomografía axial computadorizada (TC) es particularmente útil para detectar cambios en el tamaño del páncreas y se usa en casos graves y complicados, como una presión arterial muy baja. Las imágenes de la TC son tan claras que ayudan al médico a establecer un diagnóstico preciso.

En la pancreatitis aguda grave, la TC ayuda a determinar el pronóstico. Si las imágenes indican una inflamación moderada del páncreas, el pronóstico es excelente, pero si se observan grandes áreas de tejido pancreático destruido, el pronóstico no es tan bueno. 

La colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (técnica radiológica que muestra la estructura del conducto biliar común y del conducto pancreático), generalmente se realiza sólo si se sospecha que la causa de la pancreatitis es un cálculo enclavado en el conducto biliar común. El médico hace pasar un endoscopio por la boca del paciente hasta el intestino delgado, donde se encuentra el esfínter de Oddi. A continuación inyecta un contraste radiopaco en los conductos, el cual es visible a los rayos X. Si las radiografías evidencian un cálculo, se puede utilizar el mismo endoscopio para retirarlo.  

En general, el tratamiento se basa en la hospitalización de las personas con pancreatitis. Una persona con una pancreatitis aguda moderada debe evitar el consumo de alimentos y agua porque esto estimula al páncreas a producir más enzimas. Los líquidos y nutrientes se administran por vía intravenosa. Se introduce una sonda por la nariz hasta el estómago, para aspirar el líquido y el aire, particularmente si persisten las náuseas y los vómitos. 

La persona con una pancreatitis aguda grave generalmente se ingresa en una unidad de cuidados intensivos para controlar de cerca los signos vitales (pulso, presión arterial y frecuencia respiratoria). Cada hora se mide el volumen de orina. También se recogen muestras de sangre para analizar varios componentes de la misma, como los hematócritos, los valores de glucosa y de electrólitos, el recuento de glóbulos blancos y las concentraciones en sangre de diversas enzimas. 

La persona es alimentada por vía intravenosa y no recibe nada por vía oral durante por lo menos 2 semanas e incluso hasta 6. Se mantiene vacío el estómago por medio de una sonda nasogástrica y se administran antiácidos con frecuencia para ayudar a prevenir el desarrollo de úlceras. 

El volumen de sangre se controla cuidadosamente mediante la administración de líquidos por vía intravenosa y también se controla la función cardiaca. Se administra oxígeno con una mascarilla facial o por medio de un tubo nasal para aumentar su concentración en sangre; si este tratamiento es inadecuado, el paciente puede ser sometido a un respirador artificial que le ayude a respirar. El dolor intenso se trata generalmente con analgésicos derivados de la morfina. 

En ocasiones, durante los primeros días de una pancreatitis aguda grave puede ser necesario intervenir quirúrgicamente. Por ejemplo, puede requerirse la cirugía para aliviar una pancreatitis secundaria a un traumatismo o una herida, o se puede realizar una exploración quirúrgica para aclarar un diagnóstico incierto. En ocasiones, si la situación de la persona se deteriora tras la primera semana de enfermedad, se realiza una intervención quirúrgica para retirar el tejido pancreático infectado que no cumple su función.

La infección de un páncreas inflamado es un riesgo, particularmente después de la primera semana de enfermedad. El médico puede sospechar una infección cuando la situación del paciente empeora y aparece fiebre con aumento del recuento de glóbulos blancos en sangre, a pesar de que otros síntomas hayan comenzado a remitir. El diagnóstico se establece por medio del cultivo de muestras de sangre y mediante una tomografía axial computadorizada (TC). Se puede obtener una muestra de material infectado del páncreas, insertándole una aguja a través de la piel. Las infecciones se tratan con antibióticos y cirugía. 

Algunas veces, se desarrolla en el páncreas un seudoquiste, cargado de enzimas pancreáticas, líquido y restos de tejido, que puede alcanzar gran volumen. Si un seudoquiste crece mucho y provoca dolor u otros síntomas, el cirujano lo descomprimirá. La necesidad de descompresión es particularmente urgente si el seudoquiste se expande rápidamente, se infecta, sangra o parece que esté a punto de romperse. Dependiendo de su localización, la descompresión se realiza insertando un catéter a través de la piel, lo que permite que el seudoquiste se vaya vaciando a lo largo de varias semanas, o bien mediante una intervención quirúrgica.

Cuando la pancreatitis aguda es secundaria a cálculos biliares, el tratamiento depende de su gravedad. Si la pancreatitis es moderada, la extirpación de los cálculos generalmente puede retrasarse hasta que remitan los síntomas. La pancreatitis grave causada por cálculos biliares puede ser tratada con endoscopia o cirugía. El procedimiento quirúrgico consiste en la eliminación de la vesícula biliar y la limpieza de los conductos. En personas de edad avanzada con otros procesos, como una enfermedad del corazón, a menudo se realiza primero la endoscopia, pero si falla este tratamiento se debe llevar a cabo una intervención quirúrgica.

*Dra. Ana Cecilia Becerril Sánchez Aldana
Medicina General y Medicina Estética
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