El Sistema Muscular

Los músculos se utilizan en todas las acciones que se realizan diariamente...

Por Ana Cecilia Becerril*  

Imagen obtenida del libro: Anatomia Humana. Lockhart. Ed. InteramericanaAl igual que el resto de los animales, los seres humanos tienen la habilidad de mover su cuerpo y desplazarse. Estas capacidades son tan normales y cotidianas, que actos como levantar objetos con las manos, correr, mantenerse de pie o gesticular no llaman nuestra atención.

Cuando pensamos en los músculos, lo normal es asociarlos a las masas de carne ubicadas bajo la piel y sobre los huesos. Aunque eso es correcto, también son parte importante de los órganos que se encuentran dentro de nuestro cuerpo.

El que tengamos más conciencia de los músculos externos no es ninguna casualidad, ya que sobre estos tenemos control y decisión. En cambio, los órganos internos trabajan por sí solos, sin que nos demos cuenta y sin importar en lo que estemos concentrados.

¿Has sentido cómo se mueve tu estómago cuando tienes hambre o después de comer? ¿Te has fijado en que tu corazón, nunca para de latir, o en cómo se expanden y relajan el diafragma y los pulmones para que puedas respirar? Estas son algunas de las cosas que suceden en tu cuerpo mientras lees, juegas, duermes o haces cualquier otra cosa, sin que intervengas voluntariamente en ello.

Los músculos son formaciones anatómicas capaces de extenderse, contraerse y recuperar su forma y tamaño originales. Eso permite que las distintas partes del cuerpo se muevan, como al caminar, escribir, ver o hablar, o mantener una posición determinada, como sostener la cabeza erguida.

Aunque algunos trabajan por su cuenta, los músculos no son autónomos. El que se contraigan, extiendan o tensen depende de las órdenes enviadas por el Sistema Nervioso.

La unidad básica de los músculos es una célula cilíndrica y alargada llamada fibra muscular. Al nacer, todas las personas tienen la misma cantidad de fibras musculares. Número que no aumenta a lo largo de la vida, porque estas células no se multiplican.

Lo que sí varía con la edad son sus características:

  • Las fibras musculares de los bebés y los niños son pequeñas, incapaces de realizar cualquier esfuerzo, sobre todo en los primeros meses de vida. Poco a poco van adquiriendo la destreza que necesitan para desenvolverse en su entorno.
  • Ya en la juventud, los músculos se han desarrollado, aunque más en los hombres que en las mujeres, porque su crecimiento se encuentra regulado por la testosterona, que es la hormona sexual masculina. La mayor fuerza se alcanza alrededor de los 30 años.
  • En la medida en que la persona se hace mayor, las células se degeneran, por lo que el número y tamaño de las fibras musculares disminuye.

Cuando las fibras se dañan no son reemplazadas, ni siquiera en un cuerpo completamente sano. Sin embargo, se puede ejercitar lo que queda del músculo para que la parte restante se desarrolle y fortifique, asumiendo la función de la zona dañada.

Aunque el número de fibras es el mismo, lo que sí varía de una persona a otra es el tamaño de los músculos, ya que, como producto del ejercicio continuo, las fibras musculares se desarrollan, agrandándose. Esto es lo que les pasa a los deportistas, cuyos músculos se ven claramente definidos bajo la piel.

Entonces, un levantador de pesas no tiene más fibras musculares que un niño. La diferencia es que sus fibras son más grandes y sus músculos tienen más tejido conectivo debido al ejercicio constante, en especial el de levantar peso.

Ya hemos mencionado que los músculos mueven y sostienen las distintas partes del cuerpo. Esto es posible mediante la combinación de dos acciones, la contracción y la relajación, que es cuando la primera se interrumpe o detiene.

La contracción se produce cuando una señal o impulso procedente del sistema nervioso les ordena a las fibras que componen un músculo que se acorten. Esto que suena relativamente simple, en realidad es bastante más complejo.

  1. El impulso eléctrico que trae la orden desde el cerebro o la médula espinal llega a las terminaciones nerviosas correspondientes al músculo que efectuará la contracción. Pero como estas terminaciones no están unidas o incorporadas a cada músculo, hay un pequeño espacio que la orden debe saltar.
  2. Para que el impulso logre cruzar este espacio, los nervios liberan una sustancia química llamada acetilcolina. Se trata de un neurotransmisor, cuya función es facilitar la transmisión de los impulsos entre dos células nerviosas, o entre un nervio y el músculo, como sucede en este caso. La acetilcolina inicia una actividad eléctrica que se extiende a través de toda la fibra.
  3. Producto de esta actividad, las membranas de las fibras musculares liberan calcio, lo que pone en marcha el proceso mecánico de contracción.
  4. Entran en acción dos proteínas que se encuentran dispuestas como filamentos -estructuras alargadas en forma de hilo- alternados en las fibras musculares: la actina y la miosina. Al recibir el impulso eléctrico, se entrelazan, recogiéndose. Como resultado de este proceso, se produce la contracción, que puede ser de dos tipos, dependiendo del efecto provocado:

Contracción isométrica o estática (“misma longitud”). Pone en tensión al músculo sin modificar su longitud. Mantiene una postura fija. Es por esto que el estar de pie cansa, ya que la tensión implica un enorme esfuerzo para evitar la movilidad.

Contracción isotónica (“misma fuerza”). Acorta el músculo e implica un cambio de posición o movimiento.

Independiente del tipo de contracción, el proceso es muy rápido, ya que las fibras musculares se contraen muchas veces por segundo. Por eso, nuestro funcionamiento diario depende de miles de combinaciones de ambas. Un buen ejemplo de esto es caminar. Para que piernas y brazos se muevan, se requiere de contracciones isotónicas; mientras que para mantener erguidas la espalda, cuello y cabeza, se producen contracciones isométricas.

Por otra parte, como la contracción solo permite tirar y no empujar, los músculos están dispuestos en oposición los unos a los otros, generalmente ligados a un mismo hueso o a uno muy cercano. Esto permite que siempre se pueda invertir el sentido del movimiento.

Todos los músculos del cuerpo trabajan de la misma forma, sin importar su tamaño, función o ubicación. En el caso de la contracción muscular que ocasiona movimiento, recuerda que no sólo se transforma en desplazamiento espacial de nuestro cuerpo o alguna parte de él; también se produce a nivel interno e involuntario, como en las variaciones del calibre o diámetro de los vasos sanguíneos, los movimientos peristálticos del tubo digestivo o la dilatación de la pupila.

*Dra. Ana Cecilia Becerril Sánchez Aldana
Medicina General y Medicina Estética
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