El
sistema circulatorio,
¿qué alimenta al corazón? (3/4)
Las arterias
coronarias nutren al corazón, que posteriormente
alimenta a nuestro cuerpo de sangre oxigenada enviada por los pulmones
Por
Ana Cecilia Becerril*
Cómo
se alimenta el corazón
Pareciera
ser que al corazón solo le preocupa trabajar para alimentar a nuestro
organismo; pero muchas veces nos preguntamos: ¿qué nutre al corazón
para que luego nos nutra a nosotros?
La
verdad es que el corazón recibe el aporte sanguíneo a través de dos
arterias denominadas coronarias, derecha e izquierda. Ambas salen de la
aorta, la gran arteria que recibe la sangre del ventrículo izquierdo,
casi inmediatamente después de las válvulas aórticas.
Las
arterias coronarias no están aisladas entre sí; cada una de ellas es
responsable de suministrar sangre a un área cardíaca, en un complejo de
ramificaciones que constituyen una red de vasos de menor calibre unidos
los unos con los otros. Luego, por un proceso de repetidas divisiones, las
arterias más pequeñas van disminuyendo de calibre hasta convertirse en
capilares que se hallan distribuidos por toda la masa del corazón, en
contacto íntimo con el miocardio. Es aquí donde sus finas paredes
permiten el paso del oxígeno y los nutrientes, además de recoger anhídrido
carbónico, ácido láctico y otros productos de desecho desde las células
cardíacas.
Los
capilares se reúnen nuevamente en vasos de mayor diámetro, hasta formar
las venas coronarias que drenan la sangre en la aurícula derecha.
Se estima que aproximadamente una vigésima parte de la sangre que bombea
el corazón sirve para su propio mantenimiento.
Los grupos
sanguíneos
La
sangre se ha clasificado en diferentes grupos según la presencia o
ausencia de antígenos (sustancia capaz de estimular la producción de un
anticuerpo) presentes en la superficie de las células y que son genéticamente
predeterminados.
Estos
antígenos son ciertos marcadores que diferencian a cada uno de los
grupos. Visto de otro modo, es como grupos de personas vestidas de
diferentes colores, unas de azul, otras de amarillo y otras de verde.
Existen
diferentes sistemas de clasificación de los grupos sanguíneos, pero la
manera más universal de clasificarlos es en los grupos ABO, siendo los
principales los siguientes: Grupo A, Grupo B, Grupo AB, Grupo O.
Es
muy importante saber qué tipo de sangre tenemos, pues frente a cualquier
eventualidad en la que sea necesario el donar o recibir sangre, es
fundamental saber qué tipo de sangre tenemos.
Además
de los grupos, existe una sustancia presente en la mayoría de los glóbulos
rojos de la sangre, que junto con el grupo sanguíneo le da identidad a
estas células. Se trata del factor Rh, encontrado por primera vez en 1940
por el científico estadounidense Karl Landsteiner en los glóbulos rojos
de un tipo de primate, llamado Macacus rhesus, y que también existe
normalmente en el 85% de los humanos el factor Rh es de dos tipos:
positivo (Rh+) y negativo (Rh-)
Tipos de
circulación
El
lado derecho del corazón bombea sangre carente de oxígeno, procedente de
los tejidos, hacia los pulmones, donde se oxigena. El lado izquierdo, en
tanto, recibe la sangre oxigenada desde los pulmones y la impulsa a través
de las arterias a todos los tejidos del organismo. Es por ello que se
habla de dos tipos de circulación: la menor o pulmonar, y la sistémica o
mayor.
En
la circulación menor o pulmonar, la sangre procedente de todo el
organismo llega a la aurícula derecha a través de dos venas principales:
la cava superior y la cava inferior. Cuando la aurícula se contrae,
impulsa la sangre a través de un orificio hacia el ventrículo derecho.
La contracción de este ventrículo conduce la sangre hacia los pulmones.
En esta etapa, una válvula denominada tricúspide evita el reflujo de
sangre hacia la aurícula, ya que se cierra por completo durante la
contracción del ventrículo derecho.
En
su recorrido por los pulmones, la sangre se satura de oxígeno -el que se
obtiene cuando inhalamos al respirar-, para regresar luego al corazón por
medio de las cuatro venas pulmonares, que desembocan en la aurícula
izquierda. Es aquí cuando se inicia lo que se denomina circulación
mayor, mediante la cual la sangre oxigenada proveniente de los pulmones
pasa a la aurícula izquierda (como dijimos, a través de las venas
pulmonares), desde allí, pasando por la válvula mitral, al ventrículo
izquierdo y luego a la aorta, desde donde, a partir de sucesivas
ramificaciones, llega a cada uno de los rincones de nuestro organismo.
Sistema linfático
La
sangre transporta oxígeno y sustancias nutritivas a las células y recoge
los productos de desecho, como el dióxido de carbono. Pero como no todo
el plasma (la parte líquida de la sangre) involucrado en estos
intercambios se reabsorbe por la circulación general, el que queda en los
espacios existentes entre las células es drenado por el sistema linfático
junto con otros elementos, como residuos celulares, grasas y proteínas.
Por esta razón, se dice que el sistema linfático es la segunda máquina
de transporte y drenaje de los sistemas celulares, participando también
de una parte del sistema de defensa del organismo.
Los
vasos linfáticos pequeños se unen entre sí para formar canales mayores
que van al cuello y desembocan en las venas grandes. Los nódulos linfáticos
se hallan en lugares estratégicos a lo largo de los vasos linfáticos de
tamaño medio, y se encuentran en la rodilla, el codo, la axila, la ingle,
el cuello, el abdomen y el pecho. Su función es la de actuar como filtros
para atrapar a las bacterias y otros residuos.
Parte
importante del sistema linfático lo constituyen el bazo, el timo y los
ganglios linfáticos. El primero de ellos está implicado en la eliminación
de células, y el segundo es necesario para obtener una inmunidad normal.
El trabajo que efectúa
el corazón en solo una hora alcanzaría para levantar un peso de una
tonelada a un metro de altura.
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Las venas tienen
válvulas que le permiten a la sangre circular en un sentido e impiden
su retorno hacia el corazón.
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En todos los
seres vivos (aun los unicelulares) existe una circulación interna que
les permite mantener su organismo.
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Cada pulsación
(que se puede percibir aplicando el dedo sobre la arteria radial que
está en la parte interna de la muñeca) corresponde a un latido, que
es una contracción del corazón.
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El infarto de
miocardio se produce por el insuficiente riego de sangre de las
arterias sobre el propio músculo cardíaco. Esto hace que parte del
tejido muera. Si el infarto es muy extenso, puede producirse un paro
cardíaco.
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El corazón
comienza a funcionar mucho antes de nuestro nacimiento, a los pocos días
de la concepción, y solo se detiene con la muerte.
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Se ha estimado
que la longitud total del sistema circulatorio alcanza la asombrosa
cifra de 125.000 kilómetros.
No dejes de leer la
cuarta y última parte la próxima semana.
cuarta
parte
*Dra. Ana Cecilia
Becerril Sánchez Aldana
Médicina
General y
Medicina Estética
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