El sistema circulatorio,
¿qué alimenta al corazón?
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Las arterias coronarias nutren al corazón, que posteriormente alimenta a nuestro cuerpo de sangre oxigenada enviada por los pulmones 

Por Ana Cecilia Becerril*  

Cómo se alimenta el corazón

Pareciera ser que al corazón solo le preocupa trabajar para alimentar a nuestro organismo; pero muchas veces nos preguntamos: ¿qué nutre al corazón para que luego nos nutra a nosotros?

 

La verdad es que el corazón recibe el aporte sanguíneo a través de dos arterias denominadas coronarias, derecha e izquierda. Ambas salen de la aorta, la gran arteria que recibe la sangre del ventrículo izquierdo, casi inmediatamente después de las válvulas aórticas.

Las arterias coronarias no están aisladas entre sí; cada una de ellas es responsable de suministrar sangre a un área cardíaca, en un complejo de ramificaciones que constituyen una red de vasos de menor calibre unidos los unos con los otros. Luego, por un proceso de repetidas divisiones, las arterias más pequeñas van disminuyendo de calibre hasta convertirse en capilares que se hallan distribuidos por toda la masa del corazón, en contacto íntimo con el miocardio. Es aquí donde sus finas paredes permiten el paso del oxígeno y los nutrientes, además de recoger anhídrido carbónico, ácido láctico y otros productos de desecho desde las células cardíacas.

Los capilares se reúnen nuevamente en vasos de mayor diámetro, hasta formar las venas coronarias que drenan la sangre en la aurícula derecha.


Se estima que aproximadamente una vigésima parte de la sangre que bombea el corazón sirve para su propio mantenimiento.

Los grupos sanguíneos

La sangre se ha clasificado en diferentes grupos según la presencia o ausencia de antígenos (sustancia capaz de estimular la producción de un anticuerpo) presentes en la superficie de las células y que son genéticamente predeterminados.

Estos antígenos son ciertos marcadores que diferencian a cada uno de los grupos. Visto de otro modo, es como grupos de personas vestidas de diferentes colores, unas de azul, otras de amarillo y otras de verde.

Existen diferentes sistemas de clasificación de los grupos sanguíneos, pero la manera más universal de clasificarlos es en los grupos ABO, siendo los principales los siguientes: Grupo A, Grupo B, Grupo AB, Grupo O.

Es muy importante saber qué tipo de sangre tenemos, pues frente a cualquier eventualidad en la que sea necesario el donar o recibir sangre, es fundamental saber qué tipo de sangre tenemos.

Además de los grupos, existe una sustancia presente en la mayoría de los glóbulos rojos de la sangre, que junto con el grupo sanguíneo le da identidad a estas células. Se trata del factor Rh, encontrado por primera vez en 1940 por el científico estadounidense Karl Landsteiner en los glóbulos rojos de un tipo de primate, llamado Macacus rhesus, y que también existe normalmente en el 85% de los humanos el factor Rh es de dos tipos: positivo (Rh+) y negativo (Rh-)

Tipos de circulación

El lado derecho del corazón bombea sangre carente de oxígeno, procedente de los tejidos, hacia los pulmones, donde se oxigena. El lado izquierdo, en tanto, recibe la sangre oxigenada desde los pulmones y la impulsa a través de las arterias a todos los tejidos del organismo. Es por ello que se habla de dos tipos de circulación: la menor o pulmonar, y la sistémica o mayor.

En la circulación menor o pulmonar, la sangre procedente de todo el organismo llega a la aurícula derecha a través de dos venas principales: la cava superior y la cava inferior. Cuando la aurícula se contrae, impulsa la sangre a través de un orificio hacia el ventrículo derecho. La contracción de este ventrículo conduce la sangre hacia los pulmones. En esta etapa, una válvula denominada tricúspide evita el reflujo de sangre hacia la aurícula, ya que se cierra por completo durante la contracción del ventrículo derecho.

En su recorrido por los pulmones, la sangre se satura de oxígeno -el que se obtiene cuando inhalamos al respirar-, para regresar luego al corazón por medio de las cuatro venas pulmonares, que desembocan en la aurícula izquierda. Es aquí cuando se inicia lo que se denomina circulación mayor, mediante la cual la sangre oxigenada proveniente de los pulmones pasa a la aurícula izquierda (como dijimos, a través de las venas pulmonares), desde allí, pasando por la válvula mitral, al ventrículo izquierdo y luego a la aorta, desde donde, a partir de sucesivas ramificaciones, llega a cada uno de los rincones de nuestro organismo.

Sistema linfático

La sangre transporta oxígeno y sustancias nutritivas a las células y recoge los productos de desecho, como el dióxido de carbono. Pero como no todo el plasma (la parte líquida de la sangre) involucrado en estos intercambios se reabsorbe por la circulación general, el que queda en los espacios existentes entre las células es drenado por el sistema linfático junto con otros elementos, como residuos celulares, grasas y proteínas. Por esta razón, se dice que el sistema linfático es la segunda máquina de transporte y drenaje de los sistemas celulares, participando también de una parte del sistema de defensa del organismo.

Los vasos linfáticos pequeños se unen entre sí para formar canales mayores que van al cuello y desembocan en las venas grandes. Los nódulos linfáticos se hallan en lugares estratégicos a lo largo de los vasos linfáticos de tamaño medio, y se encuentran en la rodilla, el codo, la axila, la ingle, el cuello, el abdomen y el pecho. Su función es la de actuar como filtros para atrapar a las bacterias y otros residuos.

Parte importante del sistema linfático lo constituyen el bazo, el timo y los ganglios linfáticos. El primero de ellos está implicado en la eliminación de células, y el segundo es necesario para obtener una inmunidad normal.

El trabajo que efectúa el corazón en solo una hora alcanzaría para levantar un peso de una tonelada a un metro de altura.

  • Las venas tienen válvulas que le permiten a la sangre circular en un sentido e impiden su retorno hacia el corazón.

  • En todos los seres vivos (aun los unicelulares) existe una circulación interna que les permite mantener su organismo.

  • Cada pulsación (que se puede percibir aplicando el dedo sobre la arteria radial que está en la parte interna de la muñeca) corresponde a un latido, que es una contracción del corazón.

  • El infarto de miocardio se produce por el insuficiente riego de sangre de las arterias sobre el propio músculo cardíaco. Esto hace que parte del tejido muera. Si el infarto es muy extenso, puede producirse un paro cardíaco.

  • El corazón comienza a funcionar mucho antes de nuestro nacimiento, a los pocos días de la concepción, y solo se detiene con la muerte.

  • Se ha estimado que la longitud total del sistema circulatorio alcanza la asombrosa cifra de 125.000 kilómetros.

No dejes de leer la cuarta y última parte la próxima semana.

cuarta parte

  *Dra. Ana Cecilia Becerril Sánchez Aldana
Médicina General y Medicina Estética
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Sitio elaborado en colaboración con mca.virtual, s.a. de c.v.
México, 1999-2000

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